Oigan, llegó Comicland a Pereira y no saben todas las maromas que tuve que hacer para ir: vender 100 boletas en dos semanas, gestionar dónde me iba a quedar, intentar ser fotógrafa mientras mi compañero llegaba, tratar de no perderme en una ciudad que no conocía, en fin. Creo que si el periodismo fuese una experiencia, lo que pasó en Comicland sería la mía.
Es la tercera vez que asisto a un evento de este tipo, así que ya estaba acostumbrada a este tipo de dinámicas y lo que había alrededor de ello. Expositores, entrevistas, eventos, paisajes sonoros, entre otras cosas, que empleo para contar las perspectivas de los demás sobre el evento. En esta versión nos encontramos con Vulgarcito, Rick Arenas y Cartman, personajes con una cosa en común: el público adulto.
Y es que esta vez Comicland me sorprendió con este tipo de personajes, porque si bien es claro que es un evento para toda la familia, quienes suelen asistir son chicos y chicas que se ven influenciados por diversas corrientes de la cultura geek, como por ejemplo el anime o la fantasía. Así que ver a estos tres personajes juntos fue escuchar frases como: váyanse al carajo, pepinillo rick, si Kenny hubiese vivido en la Segunda Guerra Mundial, sería jabón; o la favorita de muchos, y también la mía: ¡Jueputa, mataron a Kenny!
Encontrarme con este tipo de público me permitió entender otras cosas de la animación, que muchas veces no se le da la suficiente importancia porque se suele entender que animado implica infantil, cuando la una no depende de la otra. Los asistentes no quieren solamente escuchar sobre anime, ni tampoco buscan meramente comprar, algunos van en busca de respuestas, van con ganas de encontrar algo en los personajes que ven en pantalla, hay un público que quiere hacer preguntas sobre el trabajo de cada uno de ellos y lo que simboliza. Cuando se abrió el espacio general con los actores de doblaje, muchos querían ir más allá de cuestionar al personaje principal que doblaba cada actor, había un interés particular en saber las formas que cada uno de ellos empleaba para hacer su trabajo.
Hay cosas que a veces no entiendo en este tipo de eventos y una es la facilidad de conocer gente, y no me refiero al hecho de interactuar unos cuantos segundos y ya, me refiero a que una vez hablas con alguien, que no importa que tenga tus mismos gustos o no, se harán amigos y los temas de conversación no tendrán fin, al punto de que la vida personal de ambas partes será develada en cuanto menos se piense. Ese fue mi caso con María Paz y Miguel, una comunicadora audiovisual y un adolescente que está en décimo de bachiller. Con Paz solo fue cuestión de mencionar a Batman y segundos después estábamos en el mall de comidas hablando sobre las inconformidades de su trabajo. Mientras que con Miguel fue solo subirme a jugar Loser or Friki y escoger a la primera persona que dijo que también deseaba jugar. Pasadas las horas, creamos un grupo y los desconocidos amigables pasaron a ser conocidos.
Después de haber asistido a un Comicland mis conocimientos en cuanto a lo friki se expandieron un poco, por no decir que también empecé a consumir más de este contenido.
Así que cuando los juegos de poner a prueba el conocimiento de cada uno frente a estos temas fueron anunciados, la primera en formar equipo y buscar personas que se unieran a él, era la periodista que les escribe. ¿Gané? Esa es una pregunta que no responderé el día de hoy, aunque prefiero decir que fue porque mi equipo no era fan de arriesgar alguna parte de su cuerpo solo por presionar un botón.
Esta vez no solo hubo actividades para disfrutar, sino coreografías y canciones de Kpop para aprender. Aunque mis acercamientos con este género se hayan visto debilitados por las percepciones que hay detrás, les mentiría si les digo que no disfruté cada coreografía que los grupos realizaban, al igual que si les dijera que no sabía una que otra canción que sonaba de fondo. Me contagiaron las ganas de aprenderme las coreografías de las bandas, al igual que escuchar un poco más del género, y al final del día, ese es el propósito, no solo con esto, sino con todo lo que hay en este tipo de eventos.
No sé si esta clase de circunstancias sean fructíferas para el amor, solo diré que a lo mejor hubo miradas coquetas que se gestaban por ahí, personas que se sentían a gusto con otras compañías, o algunos que capturaban el amor a través de pines o fotografías. En fin, después de mostrarles una minúscula parte de lo que pasó y lo que percibí, la invitación es que a través de este especial se sumen a la experiencia y que en 2023, en Armenia, se animen a asistir, quien sabe, podríamos conformar equipos para jugar o podrían encontrar un romance en cualquier lugar.
Querido Comicland, espero verte pronto.
Texto
Laura Ximena García López/ Community Manager
Internacionalista en formación.
Periodista de corazón y feminista por elección.
"Sí, soy Laurel y Tomillo, pero los panitas me dicen Lauchis"